Todos hemos sentido esta inexplicable sensación que nos produce “mariposas en el estómago”. ¿Qué pasa por nuestro cerebro cuando nos enamoramos? ¿Cómo se desencadenan los procesos neurológicos que nos llevan al amor romántico? 

En la ciencia definen el amor como un proceso neurológico que se produce en diferentes partes como el hipotálamo, la corteza prefrontal, amígdala, el núcleo accumbens y el área tegmental. La neurociencia ha explicado desde una perspectiva química, se ha descubierto que en el amor, el cuerpo libera sustancias que provocan distintas reacciones principalmente la dopamina, serotonina y oxitocina. 

De acuerdo a las investigaciones de la Dra. Helen Fisher existen distintas fases en el amor categorizadas en deseo, atracción y cariño y su sometimiento a las hormonas de amor que son la oxitocina y vasopresina las hormonas que se asocian al amor, esto es lo que crea las mariposas de amor en el estómago. La primera fase que es el deseo está guiada por las hormonas sexuales tanto de hombres como mujeres llamadas estrógenos y testosterona. La adrenalina provoca actos como que se nos acelere el corazón, boca seca, manos sudorosas, etc. Comportamientos que todos nos han pasado al estar “flechados”. La segunda fase, la atracción es cuando las hormonas interactúan con el sistema dopaminérgico que ayuda la estimulación de la dopamina. Tiene una actividad tan intensa esta fase inicial del enamoramiento que se podría decir es una especie de fábrica de dopamina que se asocia con una energía excesiva, euforia y atención al amado, así como también aumento de serotonina que incrementa la felicidad. 

Mucho se ha estudiado y hablado que el amor es una como una droga, Jim Pfaus es uno de los investigadores que más ha avanzado en este campo de la sexualidad y amor y el afirma que la ínsula y el núcleo estriado del cerebro se activan tanto en el deseo sexual como en el amor romántico. El amor se localiza en la zona estriada del cerebro asociada con la adicción de las drogas, lo que conlleva que el proceso del amor es el mismo que producen las drogas en un adicto. 

Varios investigadores han concluido que tanto el amor como las drogas inundan nuestros cerebros de dopamina lo que causa una gran sensación de recompensa por consiguiente va causando el círculo vicioso de euforia, deseo y dependencia. 

Cuando una persona ve a su enamorado se incrementa la producción de dopamina, a pesar de ser muy intensa esta reacción, sería imposible vivir bajo sus efectos durante un largo período de tiempo, esta etapa solo lograría durar alrededor de unos tres o cuatro años. 

Si te estás preguntando si el amor duradero realmente existe la respuesta es sí, en estudios recientes la neuróloga Lucy L Brown comprobó que el amor puede durar toda la vida y lograr una relación feliz, el estudio realizado revela que el amor y el apasionamiento no son lo mismo ambos comparten ciertas características como compromiso, intensidad y la química, pero el amor no tiene la obsesión y ansiedad que acompañan a la pasión. La investigación sugiere que las experiencias nuevas y satisfactorias entre la pareja regeneran la producción de dopamina, lo que se podría decir sería como reenamorarse. 

Otro secreto de las relaciones duraderas es las ilusiones positivas, lo que se refiere a ser siempre el lado positivo de nuestro compañero de vida, lo que de alguna manera nos ayuda a estar satisfechos con la relación. 

 Sin embargo, después de varios años de relación llegan situaciones en las que ya no se genera placer ni aprendizaje en la relación de la pareja. Por ello se dice que si hay interés por ambas partes cualquier relación amorosa se debe alimentar y reinventar constantemente por lo anterior se dice que el secreto de una relación feliz y duradera está en variar de actividades y conductas que se presentan en la relación.