CAPÍTULO 9

¿Quién te manda flores?

El regreso de Rodrigo me mantuvo ocupada con muchas cosas fuera de mi rutina. Nos recomendaron terapias con un neurólogo de la ciudad de México que daba consultas en Celaya cada dos semanas. El doctor Alejandro Vázquez, era un hombre joven, con una gran carrera y un gran futuro. Recibió en su consulta a Rodrigo, acompañado por Lily, por recomendación del doctor Stern.

Las sesiones duraban aproximadamente una hora, a veces dos. El doctor estaba optimista con los resultados.

—Señora, su esposo va a mejorar. De momento no ha recordado nada, pero se ha adaptado muy bien a su familia. Los lazos emocionales con sus padres, con usted y con su hija, son claros. Creo que con el tratamiento sugerido por el doctor Stern y la psicoterapia, pronto veremos resultados. Procuren visitar la casa de su infancia, amistades, ver fotografías. De momento no será notorio, pero será de gran utilidad.

Rodrigo me pidió un momento a solas con el doctor, no estaba segura de que tema querían tratar, pero, entendía que quizá le daba pena hacer algunas preguntas al doctor frente a mí.

Rodrigo salió del consultorio, se despidió del doctor y me miró sonriente:

—¿Sucede algo?

—Solo quería advertirle al doctor que, aunque no recuerdo mi pasado, tengo claro que eres mi esposa y no tiene por qué mirarte demasiado.

Sus palabras me dejaron sorprendida. Rodrigo estaba celoso, porque el doctor Vázquez fue bastante atento ¿conmigo? No solo eso, el médico se ofreció a pasar a Querétaro a dar la siguiente consulta, en un par de semanas, le quedaba de camino a la ciudad.

Al salir del consultorio, nos dirigimos a un restaurante clásico del centro de Celaya, un merendero con comida típica. Sabía que a Rodrigo le gustaba comer ahí antes, pero nunca habíamos ido juntos.

—¿Has ido a casa de mis padres en Guanajuato?

—No, no tuvimos oportunidad. Y después del accidente, ellos son los que vienen con frecuencia a visitarnos. Amaranta se ha ido con ellos de vacaciones algunos días con tu hermano Felipe. Ella me ha contado que le gusta mucho.

—Estaba pensando en irme unos días con ellos. Claro, si estás de acuerdo, y si quieres venir conmigo, también me gustaría. Solo que no sé si por la florería te lo puedas permitir.

—Algún beneficio deberá tener ser la dueña. Hablaré con mi madre al respecto, lo podremos resolver.

Rodrigo me sonrió, de pronto, me di cuenta de que se quedó mirando un cuadro frente a nosotros.

—Esa fotografía se me hace muy familiar. Siento como si ya hubiera estado aquí antes.

—Eso seguro, Rodri. Tú llegaste a platicarme que te gustaba este lugar, pero nunca habíamos venido juntos.

Me miró intrigado.

—¿Nosotros nunca estuvimos juntos en Celaya? —Negué con la cabeza. — Entonces ¿Cuándo conociste a mi familia?

—El día de nuestra boda. Incluso a tus padres, los conocí ese día. Rodri, tú estabas comprometido con otra mujer cuando nos conocimos. Y yo no lo sabía. De pronto…

—¿Hice algo indeseable? —Me observó incrédulo.

—Pues… sólo sé que me pediste tiempo para resolver las cosas. Terminaste con tu compromiso y volviste para pedir perdón y pedirme matrimonio.

—Mi prima… dijo que tú provocaste mi rompimiento. — Lo miré estupefacta ¿le creía a la arpía de Roxana? — Dijo que solo me estaban contando verdades a medias, pero…

—¿Le creíste?

—El que haya perdido la memoria, no significa que sea tonto. Me sorprendieron sus palabras, pero tú en solo unas semanas me has demostrado que eres maravillosa, y… ahora somos una hermosa familia. No podría cambiar lo que tenemos ahora por nada. Además… hablé con mi madre al respecto.

En ese momento, recordé lo incómodo que fue volver sin Rodrigo de mi luna de miel. Los enfrentamientos que tuve con sus padres, sin embargo, a pesar de todo, ellos se habían esforzado por estar presentes en la vida de Ami.

—¿Qué te dijo tu madre? — Pregunté ansiosa de que le hubiese llenado la cabeza de ideas en mi contra.

—Qué tú eres mi esposa porque yo así lo quise y tú aceptaste después de muchos ruegos de mi parte.

Me sorprendió aquella respuesta.

—¿Entonces está claro que no tuve nada que ver con tu rompimiento con Mariana?

—No la recuerdo…

—Tampoco me recuerdas a mí.

—En estos últimos años, llegué a soñar contigo. Al principio, no reconocía tu rostro, pero ahora, sé que eras tú.

Emocionada por sus palabras, me acerqué y puse mis manos en sus mejillas. Fue inevitable, me acerqué a darle un beso, pero el me estrechó entre sus brazos.

Al volver a casa, encontré un ramo de flores en la sala. Era un hermoso arreglo de lilys. Lo primero que pensé era que Rodrigo las había enviado, sin embargo, no tenían tarjeta.

—¿Quién te ha enviado flores? — Me preguntó con una sonrisa irónica.

—No lo sé. Que grosero que no traiga una tarjeta.

Ami, al escucharnos, salió corriendo desde el patio y entró a la sala gritando emocionada:

—¡Mami! ¡Papi! — Nos abrazó mientras Rodrigo, sacaba de un bolso un pequeño obsequio que le compró en el camino.

—¿Es para mí?

—Sí, nunca te he regalado nada mi niña.

—Me compras helados y galletas. — Ami tomó la muñeca de trapo artesanal con cariño y le dijo:

—Será mi juguete favorito, porque es el primer regalo que me das papá.

Emocionada, no pude evitar que brotara una lágrima traicionera.

Rodrigo me miraba enternecido, al menos, la historia que Ami estaba escribiendo con su padre era nueva para ambos.

Pasaron los días, el arreglo de flores seguía siendo una incógnita, y se marchitaron al día siguiente.

Rodrigo comenzó a hacer algunas cosas por su cuenta. Su padrino, el licenciado Jiménez quiso llevarlo a la notaría para ver en qué estatus estaban sus conocimientos.

—Impresionante… — dijo el licenciado —. No parece que hubieras olvidado tu vida, conoces de términos legales como cualquier abogado titulado.

—Técnicamente soy un abogado. Aunque no recuerdo haber estado en la universidad, ni a mis profesores… Ni a usted, padrino.

Los miré anonadada. ¿Cómo era posible todo esto? Rodrigo me sonrió, su padrino lo llevó a la que sería su oficina, el plan era que fuera unas cuantas horas al día para comenzar a empaparse de nuevo en su profesión. Por varios días, después de llevar a Ami al colegio, mi marido se marchaba a la notaría a trabajar. Aún no hacía grandes cosas, pero era importante que comenzara a involucrarse en ello, pues al final, el plan de su padrino era heredarle la notaría.

Se llegó el día de la consulta con el doctor Vázquez. Llamó un día antes a casa para confirmar su visita, y lo recibimos a la hora acordada.

El doctor Vázquez y Rodrigo se encerraron en el despacho un buen rato, poco más de una hora. El doctor dijo que intentaría un tratamiento de hipnosis y otras rutinas que pudieran estimular su cerebro. Yo, honestamente era algo incrédula, pero los médicos eran los expertos en el tema.

Me encerré en mi patio entre flores, era mi mejor terapia, tenía las manos algo heridas, pues me empeñé en limpiar todas las flores como si se me fuera a acabar el tiempo para ello. Eran días tranquilos, las ventas iban bien, pero no era un mes de mucho trabajo. Abril y Octubre, eran meses de bodas, los funerales eran imprevistos al igual que los nacimientos, el día de las madres ya había pasado y no teníamos eventos importantes en puerta.

Aquella tarde, llegó la señora Sandra Palacios, como siempre muy emperifollada y su elegante sonrisa.

—Mi querida Lily, no sabes cómo tenía ganas de pasar a saludarte, pero mis nietos me han tenido muy ocupada con el viaje de mi hija y su esposo. Se fueron veinte días a Europa con el padre Artemio, ya sabes cómo son estos viajes, únicos. Una oportunidad irrepetible.

—Señora Sandra, pase por favor. Disfrute a sus nietos. ¿Le traigo algo de tomar? Siempre es un placer recibirla.

—Discúlpame por venir sin avisar, pero necesitaba un respiro, y de momento los niños están en el colegio, paso por ellos hasta las dos treinta, porque tienen ensayo del coro. Pero me urgía venir a verte. Tengo algo muy serio que tratar contigo.

Sus palabras me tenían intrigada. No podía pasarla al despacho, pues Rodrigo estaba con el médico. Llamé a Rosita para que se quedara en la florería e invité a la señora Sandra a pasar a la sala.

—Mientras, prepárame dos docenas de rosas, unas blancas y unas rosas, porque me gusta cómo se ven en mi florero del recibidor de mi casa. Y ponle del follaje ese redondito que tanto me gusta.

Rosita asintió emocionada. Doña Sandra era muy elegante, pero tenía una picardía que no sacaba a relucir con cualquiera.

Pasamos a la estancia, llevé té y galletas, cuando me dijo:

—Mi Lily, tengo algo muy serio que contarte. Van varios días que veo a una mujer espiando tu casa.

—¿Una mujer?

—No estoy loca, es una joven elegante, muy guapa, estoy segura de que la he visto antes, pero no sé de dónde. Ayer estaba en el jardín Guerrero, cerca de la entrada del templo, la vi caminar y esconderse detrás de los árboles, cuando tú cruzabas la calle de la mano de Amaranta y te encontraste con Rodrigo. Luego los siguió hasta la puerta de casa y un hombre se acercó y le extendió unos billetes mientras señalaba la puerta de la casa.

—Pero ¿qué querría esa mujer?

—No sé Lily, mejor que se estén prevenidos. Pues van tres veces que la veo, luego se sube a un automóvil con placas de Guanajuato, viene con chofer y todo.

—¿Sabe de qué color es el automóvil?

—Es un auto grande, de esos elegantes, que tienen una figurita de tres rayitas. Ay, Lily, perdóname por ponerte preocupada por esto, pero esa mujer me dio mala espina. Tengo anotadas las placas.

Sacó un papelito, por la descripción del coche, pude deducir que era Roxana, la prima de Rodrigo, pero no tenía pruebas.

—Estaré atenta a ello. No tengo idea de quien pueda ser.

—Otra advertencia, solo para que tengas cuidado. Mariana Nieto estuvo preguntando por Rodrigo en la notaría, no ella directamente. Luisita, la recepcionista es mi ahijada y me lo comentó. Dice que como Rodrigo no se acuerda de ella, no le ha tomado la llamada. No me gustaría que tuvieran problemas entre ustedes, solo espero que sea una llamada de atención por que tu marido está vivo, pero conozco a la familia de Mariana desde hace años, y sé que es una muchacha consentida y caprichosa.

—¿Usted sabía que Rodrigo estaba comprometido con Mariana?

—No hija, no, mi marido ha hecho negocios con ellos, pero la realidad es que no somos tan cercanos.

—Gracias Doña Sandra, estaré al pendiente de todo. Nos iremos unos días a Guanajuato con los padres de Rodrigo.

—Si quieres que te mande a Ramón nuestro mozo, me dices. Por aquello de que la casa no se quede sola.

—Sebastián y Felipe estarán en ello, pero le agradezco de corazón sus atenciones.

Despedía doña Sandra con cariño. Fue la primera clienta de mi madre y desde entonces, la amistad había crecido. Rosita le entregó sus flores, se subió a su elegante auto y se marchó. A las dos de la tarde, cerraron la puerta de la florería, era el horario de la comida, llegó Margarita con su nieta Amaranta para comer en familia.

Rodrigo, salió del despacho junto con el médico, salieron muy sonrientes, por lo que parecían ser buenas noticias.

—¿Gusta quedarse a comer? — Le dijo Rodrigo amablemente al doctor Vázquez.

—En otra ocasión señora Tapia.

Cuando el doctor salía de casa, llegó un mensajero con un arreglo de flores. Lilys para Lily. Era igual al que había recibido unas semanas antes cuando fueron a consulta.  En esta ocasión, si había una tarjeta. “Para Lily”

No había firma. Lily miró a Rodrigo desconcertada.

—¿Fuiste tú?

—No. Yo no necesito enviarte flores, puedo dártelas en cualquier momento.

—Estas flores no son de nuestra florería. Parece una broma de mal gusto. — Agregó mi madre.

Rodrigo frunció el ceño, le pidió a Rosita que se llevara las flores. Ami volvió después de lavarse las manos y cambiarse la ropa del uniforme del colegio. Al ver a Rosita cargando las flores dijo sorprendida:

—Mamá, ¿quién te manda flores?

MIENTRAS TANTO, EN GUANAJUATO CAPITAL.

Mariana Nieto, estaba sentada en el café Valadez del jardín Unión en la ciudad de Guanajuato, esperando noticias. Deseaba pasar a saludar a los padres de Rodrigo para obtener información, y tenía a una persona espiando su llegada.

Sus fuentes le habían informado que los padres de Rodrigo volvían de Querétaro ese día. También estaba enterada que Rodrigo pasaría en Guanajuato unos días en la casa de sus padres.  Ella esperaba que Lily se quedara sola en su casa, para poder dar marcha adelante a su plan de venganza.

A los pocos minutos, recibió un mensaje, donde le decían que el matrimonio Tapia estaba de vuelta.

Se retiró con elegancia del restaurante después de pagar la cuenta y caminó hacia la residencia de los padres de Rodrigo, que se encontraba a unos cuantos pasos de ahí, en la calle de Alonso.

Doña Lourdes de Tapia, puso cara de pocos amigos, cuando le avisaron de la visita. Le parecía tan poco oportuno, que pensó en anunciarse indispuesta, pero eso le daría una razón a Mariana para volver al día siguiente.

Le pidió a Toñita, la mujer que le ayudaba con las labores domésticas, que le ofreciera algo de beber mientras bajaba a verla. La casona de la familia Tapia era muy grande, contaba con una hermosa escalera con barandal de hierro forjado y madera labrada.

Al bajar, observó a Mariana sentada con elegancia en la sala de su casa.

—Doña Lourdes — la saludó sacando toda su cortesía —. Le he traído unas flores, espero que le gusten.

—Gracias Mariana, no te hubieses molestado. ¿A qué debo tu inesperada visita? — Quiso decir inoportuna, sin embargo, doña Lourdes era una mujer que difícilmente perdía la compostura a pesar de su carácter reacio.

Mariana trató de ser educada, aunque moría de celos de saber que su ex prometido era feliz y sus padres lo aceptaban.

—He venido solo para preguntar por Rodrigo. Sé que ya no es mi papel, sin embargo, por el cariño que nos tenemos los Nieto y los Tapia, quería que supieran que tanto mi padre como yo, estamos felices de que Rodri esté a salvo.

Doña Lourdes era una mujer prejuiciosa, y aunque le había costado en un inicio aceptar el rompimiento de su hijo Rodrigo con Mariana, estaba agradecida de que no hubieran emparentado. El padre de Mariana era una persona influyente en los negocios en la región, un hombre respetable y educado, sin embargo, su hija era caprichosa y grosera con la gente que no era de su estatus social, algo que para Doña Lourdes era reprobable.

—Gracias por la atención Mariana. Afortunadamente mi nieta y mi nuera, así como nosotros, podemos disfrutar de Rodrigo de nuevo.

—¿Puedo preguntar cómo se encuentra él?

—Feliz. El reencuentro ha sido muy afortunado para todos.

—Roxana me comentó que ha perdido la memoria.

—Afortunadamente está siendo atendido por lo mejores médicos del país. Así que pronto volverá todo a la normalidad.

—¿Cree que pueda pasar a saludar a Rodrigo?

—No me parece prudente Mariana, Rodrigo tiene una esposa y una hija. Ya es bastante incómodo que te presentes aquí. Con gusto le doy tus saludos.

Años atrás, la relación entre Mariana y Doña Lourdes era muy buena, le pesaba que ahora Lily la tenía de su lado. Eso la hizo enfurecerse, pero sabía que debía mantener la calma. Ya Roxana se encargaría de todo.

A la mañana siguiente, llegaron a la casa de los Tapia, sus hijos Felipe y Rodrigo acompañados de Lily y Amanda a casa de los Tapia.

Mientras, en el balcón de la casa de enfrente, se encontraba una mujer con los ojos llenos de odio. Lily y la niña no debían estar ahí, tendría que cambiar el orden de los planes y buscar un momento a solas con Rodrigo.

Roxana, a su lado, bebía una copa de vino.

—La venganza es un plato que se disfruta en frío. Cálmate. Solo hay que esperar los resultados.

De pronto, llamaron a la puerta. Era un mensajero con un ramo de flores, lilys moradas para Mariana, este llevaba un mensaje que decía:

“Mariana: No sé si sean tus flores favoritas, pero sé que te hacen sentir algo dentro de tu corazón. Ten cuidado con tus acciones, te deseo suerte, seguro la necesitarás.”  Atte. Tu conciencia

Mariana entró en pánico al leer aquella nota, mientras Roxana la observaba en silencio, su malévola sonrisa escondía más odio del que su amiga Mariana podría imaginar.

A quien te hizo daño, le irá peor, porque así son las reglas del juego.

El Karma

Continuará…

No olvides seguirnos, el Capítulo 10 estará disponible el próximo sábado.

Con la colaboración de @patmunozescritora para La Casa De Las Flores.

Esta historia es ficticia por lo que cualquier parecido con hechos reales es simple coincidencia. Todos los derechos reservados, está prohibida la reproducción total o parcial de esta historia sin autorización de los autores.

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