CAPÍTULO 22

ESCALERAS Y FLORES AL CIELO.

Diego Alexander, mi hijo, se volvió el centro de mi existencia. Trabajar para nosotros era lo más importante, el tiempo me hizo entender que Enrique no tenía espacio en nuestras vidas, por mucho que fuera su padre biológico. Sin embargo, las cosas debían hacerse de forma legal. Cuando él pidió la custodia compartida, mi papá contrató a un investigador para conocer todo el tema laboral y de vida de Enrique. Yo no quería más problemas y mucho menos tener que exponerlo a interactuar con un hombre que nunca había visto. Con una familia que no sabía como lo iba a tratar. Y aunque yo conviví con Enrique varios años, él me había traicionado. Él no había confiado en mí, ¿cómo iba yo a confiar en él? ¿Cómo iba a confiarle a mi hijo?Cuando mi padre me expuso la situación, me dijo:—Todo o nada.—¿A qué te refieres papá?—Enrique volverá a Alemania en dos meses, por lo que, al final de cuentas, todo se complica para él. No podrá verlo con frecuencia, las vacaciones del niño serán con él en Alemania, tienes todas las de ganar, pero hay que demandar manutención y que te pague todo lo que no ha pagado desde que nació tu hijo. —¿Tú qué me recomiendas?—Negociar. Él está entre la espada y la pared. Si lo presionamos un poco, tal vez termine por retirarse y dejarte en paz. Así sabrás también que tan seria es su aparente responsabilidad paternal. ¿Eso es lo que quieres? Sólo quiero que lo pienses, en unos años, Alex querrá saber quien es su padre y comenzará a preguntar. Es lo normal.—No quiero nada de él. No me importa el dinero ni nada papá. Con lo que puedo ganar en la florería nos puede ir muy bien. Si los dejo convivir, él se va a encariñar y luego no lo verá en no sé cuanto tiempo. No quiero que mi hijo sufra esas decepciones…—Sí Ami, pero Enrique tiene una responsabilidad pendiente. Yo hago lo que tú quieras, sólo piensa que la decisión que tomes tendrá consecuencias. Hablé con mi abuela al respecto mientras le ayudaba a quitarle espinas a las rosas para un evento y ella escuchó todo lo que salía de mis labios sin opinar nada, hasta que por fin abrió la boca.—Consúltalo con la almohada y mañana será otro día. Que Dios te ilumine para que tomes la mejor decisión, tanto para ti como para Diego Alexander. Y agarra el toro por los cuernos. Yo te acompaño.—Gracias Abue, tú siempre me acompañas. Le di un fuerte abrazo, como siempre y por supuesto que sentí como me llenaba de energía. El apoyo de mi abue era incomparable.No pude dormir, hasta entrada la madrugada pude conciliar el sueño. Cuando desperté tenía una extraña sensación, entre enojo e impotencia. Tomar decisiones con responsabilidad es cosa de adultos, y yo ya no era aquella adolescente que sus padres la sacaban de apuros. Como dijo mi abuela Maggy: tenía que agarrar al toro por los cuernos.Llamé a papá y le pedí que citara a Enrique y su abogado para negociar. Llevé a Alex a casa de mamá, algunos días me lo cuidaba mientras yo me iba a trabajar a la florería. Al llegar, encontré a Ana mi asistente tomando un pedido. La plaza de la florería Alcatraz, tenía un ancho y largo pasillo, mismo que ocupábamos para armar los ramos, sobre todo en fechas importantes como el día de las madres o San Valentín. Aquel día, yo estaba más distraída que nunca. Ana al verme se apuró a ponerme al día.—Era Mariana, que quieren cuatro centros de mesa para un baby shower este sábado. Quieren flores rosas. —Está bien, encárgate de todo, yo tengo un asunto pendiente. Cualquier cosa me llamas al celular. Después de darle otro par de indicaciones a Ana, que era toda una empleada capaz y responsable, salí de prisa para encontrarme con mi padre en su despacho. Necesitaba esclarecer mis ideas para hablar de la negociación con Enrique. Pasaron varios días y el ingrato de mi ex no confirmaba la fecha ni la hora para sentarnos a hablar del asunto. Tal vez mi papá no se equivocaba en que, al darse cuenta de que esto era un tema serio, huiría de nuevo, como años atrás.Dejé el tema a un lado y me dediqué a trabajar. Era fin de semana, y aunque había poco trabajo, teníamos algunos pedidos que entregar. El largo pasillo de la plaza lo teníamos invadido, como era ya nuestra costumbre y los vecinos de la plaza estaban acostumbrados al colorido y el aroma de las flores, luego con el paso del día, iban disminuyendo la cantidad de flores, hasta la hora del cierre que quedaba vacía la plaza. Tenía varios arreglos que entregar aquel día en el hotel de la hacienda Jurica. Un bautizo, un baby shower y un desayuno de un multinivel. Cuando entré al pequeño salón del baby shower, Mariana me interceptó de inmediato. —Ami, deja los arreglos aquí, ahorita los acomodan los meseros, acompáñame por favor.No me esperaba que, al salir del salón, me toparía con Leonora, la madre de Enrique.—¿Qué haces aquí? —Me reprochó.—Señora Domínguez — dijo Mariana —. Solo vino a traer los arreglos de flores. —Espero que no intentes importunar a Greta y a mi hijo.Yo sólo respiré profundo, lo que menos quería era tener que discutir con gente como doña Leonora. Le di un “Buenos días” y salí de ahí con el coraje atravesado. Mariana iba tras de mí. —Amaranta, espera, no te vayas.—¿Por qué no me dijiste que eran para ellos?—Porque no pensé que te fueras a topar con ella.Salí de ahí como alma que lleva al diablo, dejando atrás a Mariana cuando en la entrada principal del hotel, me encuentro con Enrique, abriendo la puerta a su esposa embarazadísima en la zona de “valet parking”. En cuanto me vio, su rostro se puso de mil colores. No había respondido a ninguna invitación para sentarnos a conversar sobre Diego Alexander. Su esposa, me ignoró por completo, no sé si no me reconoció o lo hizo a propósito. Dijo algo en alemán y entraron al hotel. Traté de pensar lo que debía hacer, pero decidí ignorarlo del mismo modo. Caminé con dignidad y me subí a mi coche tratando de asimilar todo lo que estaba ocurriendo. Fue inevitable no llorar. No lloraba por él ni por mí. Lloraba porque Enrique solo había vuelto para quebrantar la poca estabilidad que había conseguido. Él me robó oportunidades y privilegios. Estaba enojada. Él no quiso formar una familia conmigo. Al fin, logré recomponerme, y volví a la florería por el resto de los pedidos. Traté de mantener mi mente ocupada con trabajo y cerca de la una de la tarde, mi papá me llamó al celular.—Ami, el abogado de Enrique me llamó. —¿Qué ocurre?—Enrique quiere hablar contigo a solas antes de reunirse con los abogados. —De ninguna manera papá. —Ami, lo más sano es conciliar.—No puedo conciliar con alguien a quien odio tanto papá. No puedo decirle a mi hijo que ese “hijo de…”, es su padre porque solo pensar en él me causa un dolor muy profundo. Ni siquiera soy capaz de perdonarme a mi misma por mis errores, ¿cómo podría perdonarlo?—Ami ¿estás bien?—Sí papá, me topé con Enrique esta mañana, mientras acompañaba a su esposa a su baby shower, al mismo que llevé ¡unas malditas flores!—¿Dónde estás? —Saliendo de la florería. Voy por Alex a casa.—Tranquila cariño. Ahí te veo.A pesar de todos los inmensos dolores de cabeza que le di a mis padres, su apoyo era incondicional. Pusimos a mamá al tanto de la situación y ella me aconsejó hablara con él:—Nada pierdes. Cítalo aquí, si te sientes más segura. Es tu territorio. Tu padre y yo estaremos cerca. Cuando accedí a vernos, Enrique llegó como sedita. Sin duda su abogado le había puesto las cartas sobre la mesa. La demanda por tres años de manutención alimenticia, podría ser un dineral si no llegábamos a un acuerdo.—Ami, no sé qué decir, mi vida ha dado un giro de 180° con esta situación.—No fui yo quien se marchó después de darte la noticia. ¿Crees que para mi esto no fue un giro? —Por favor Ami, tienes a tus padres de tu lado.—No te voy a platicar todo lo que he vivido ni lo que me ha costado pasar por esto sin ti. —¿Por qué no me buscaste? Ami, lo siento.—¿Lo sientes? Eres un imbécil. Ya sé que te regresas a Alemania, así que no sé que es lo que pretendes con tu demanda.—Creo que es lo correcto. —¿Lo correcto para quién? Dime una cosa, ¿tú esposa está dispuesta a convivir con Alex y tratarlo como su hijo mientras está en tu casa? ¿Lo tratarás igual que a tus otros hijos? ¿Me garantizas que mi hijo no va a sufrir porque su padre vive en otro país? No solo es el dinero Enrique, me ha costado sudor y lágrimas salir adelante sin ti. Enfrentar las burlas y rechazo de mucha gente, porque el padre de mi hijo se marchó sin importarle nada. Así que, si quieres hacer lo correcto, es muy tarde para mí. En cuanto a Alex, espera a que crezca, a ver si él quiere que seas su padre. No quiero verlo llorar en sus cumpleaños porque no estuviste o no le llamaste. —Déjame ser parte de su vida. —¿Bajo que condiciones Enrique? Tienes una esposa, un hijo, uno por nacer y vives a diez mil kilómetros de distancia. ¿A qué hora serás padre de Diego Alexander?—Te lo compensaré. Te daré el dinero que te haga falta de ahora en adelante. Y si necesitan algo, no dudes en buscarme. Agachó la cabeza, se dio la media vuelta y se marchó. Me quedé ahí parada sin saber que hacer. No volví a saber nada de él. Jamás mandó dinero ni a preguntar absolutamente nada. Bien dijo mi papá que al sentirse acorralado sacaría sus verdaderas intenciones. Unos años después, me pude hacer de un departamento en un conjunto habitacional cerca de Jurica, donde mi tío Sebastián era proveedor. Era una privada tranquila y era perfecto para Diego Alexander y para mí. Alexander estaba en primaria, en el colegio Kennedy que me quedaba a unos pocos minutos de la florería de Alcatraz. La florería iba bien, pero de pronto había surgido mucha competencia, Querétaro era una ciudad en constante crecimiento, muchas empresas y muchas familias llegaban a vivir día con día. Yo comencé a asistir a las expos de bodas, en Querétaro, en San Miguel, en la ciudad de México, y aunque de ahí conseguíamos mucho trabajo, no era suficiente. Entonces, en una de las expos, conocí a unas chicas que hacían invitaciones para bodas. Me invitaron a ver su página web, con todos sus diseños y fue cuando supe que tenía una oportunidad de oro. Hacer mi página web, puedo decir que “Alcatraz”, fue la primera página web de una florería en Querétaro. La gente podía escoger el arreglo de su preferencia sin tener que ir a la florería. Eso sí, aún no era posible hacer el cargo por internet, pero aquella estrategia fue un plus al crecimiento del negocio.Los fines de semana, cuando teníamos mucho trabajo, a veces llevaba a Alex a casa de mi abuela o con mis padres. Mi papá en ese entonces viajaba mucho a Guanajuato, pues mis abuelos ya eran grandes y mi abuela Lourdes ya vivía con dificultad, por lo que entre él y mi tío Felipe se turnaban para asistirlos. Mi abuela Maggy, seguía trabajando, levantándose temprano y llevando con un orden impecable su casa y su florería.—Como extraño a mi Diego Alexander — me dijo unas semanas después de que nos mudáramos de su casa — Pero me da mucho gusto que tengas tu propia casa.—Abuela, seguirás viendo a Alex siempre que quieras.—¿Por qué le pusiste un nombre tan largo? Le hubieras puesto un solo nombre. —Porque así el escogerá el que más le guste, a veces le gusta que le digan Diego y otras Alex. —Estas generaciones de ahora. —Ay abuela, ¿no decías que tu abuela tenía cuatro nombres?—Por eso yo solo le puse un solo nombre a mis hijos.Un día, faltando apenas unas semanas para el día de San Valentín, hablaba con mamá y mi abuela sobre los pedidos de flores. Cada año nos reuníamos para unificar fuerza y cumplir con todos los pedidos, mi mamá se encargaba de las colonias cercanas al municipio de Corregidora, mi abuela al centro y sur y yo a la zona norte.—Este año será mi último año. —¿Qué dices abuela?—Pero ¿qué dices mamá?Mi abuela respiró hondo y agregó:—Ya estoy cansada. Mis manos ya no dan para mucho, me canso con facilidad y se me dificulta hacer algunas cosas.—Mamá ¿estás enferma?—Ay Lily, no es eso. Es la edad, mi vida entre flores ha crecido de una forma que yo nunca me imaginé, mis hijas, mi hijo, mi nieta, mi nieto, mi bisnieto, han crecido conmigo entre flores, y nada me ha hará más feliz que dejarles este legado a ustedes, pero ya no me siento con la misma fuerza de antes. Siento que es hora de acomodar las cosas y retirarme.En ese momento, sentí un fuerte dolor en el pecho, sentía como si mi abuela se estuviera despidiendo. Mamá y yo nos miramos con complicidad, algo estaba sucediendo.—Abue y ¿qué vas a hacer? ¿Cerrarás la florería?—No de momento. Sé que ustedes la podrán sacar adelante, pero no quiero dejar una responsabilidad que no quieran tomar. Solo piénsenlo. Aquella tarde, Alex y yo cenamos con mis padres, mi hermano Marco ya era todo un joven preparatoriano, estaba muy guapo como mi papá, y tenía algunas chicas tras sus huesos. Mi mamá lo celaba mucho y a mi papá le preocupaba que fuera a hacer una tontería. Marco se llevaba muy bien con mi hijo, eran como hermanos, pero a veces la diferencia de edades los distanciaba un poco.—Este fin de semana es el cumpleaños de su tío Felipe, lo queremos festejar en familia en Guanajuato. Sé que tienes mucho trabajo Amaranta, pero me gustaría que pudieras asistir junto con Diego Alexander.—Déjame ver si consigo organizar todo. En el último de los casos llego un poco más tarde.Mi padre asintió, y partí con mi hijo de regreso a casa. Mientras bajaba las cosas de mi coche, un hombre alto y de barba cerrada se acercó a ayudarme, mientras un par de bolsas del super se me resbalaban.—Hola, buenas nochesNunca había visto a aquel hombre, teníamos poco viviendo en aquella privada, sin embargo, éramos pocos residentes y ya los ubicaba. —¿Necesitas ayuda?—Que amables gracias, no son tantas cosas. —Soy Ricardo Noyola, acabo de mudarme justo en el 2B—Oh, frente al mío. Pues un gusto Ricardo, el es mi hijo Diego Alexander. Bienvenido. Ahora si nos disculpas, debemos descansar.No volví a verlo en varios días. El sábado del cumpleaños de mi tío Felipe, dejé todo listo para marcharnos después de hacer una entrega en San Miguel de Allende y nos seguimos por la vieja carretera hasta Guanajuato. A la gente le sorprendía que yo manejara en carretera con tanta seguridad, pero es que después de tantos años a trabajando y siendo independiente y con la responsabilidad de mi compañero favorito, es decir Diego Alexander, no me quedaba otra. No siempre mi padre ni mi tío Sebastián estarían ahí para resolverme los problemas. La reunión con mis abuelos fue extraña, mi abue Lourdes ya no reaccionaba, no hablaba, solo sonreía. Que difícil llegar a viejo, mientras mi abuelo, que aún se veía fuerte, tenía otros achaques de la edad que no le permitían hacer su vida sin apoyo.Los atendía una pareja, un matrimonio mayor. Afortunadamente mi abuelo tenía el sustento económico para poder vivir bien, pero cuanta gente mayor no tenía esas posibilidades. Pensé que estando yo sola con Alex, tenía que empezar a planear un poco mi futuro, pero uno lo ve tan lejano. Teníamos salud, trabajo y mucho amor. A la mañana siguiente, sonó el teléfono muy temprano. Era José Carlos, el novio de mi abuela Maggy. La abuela se había resbalado y estaba en terapia intensiva en el hospital San José.No tardamos en despedirnos, mis padres, mi hermano Marco, Alex y yo, tomamos carretera. Mi tía Hortensia y Eugenio también iban en camino. Al llegar al hospital corrí a buscar la habitación de mi abuela, estaba con mi tío Sebastián, cuando me dieron acceso y la vi, me sonrió. La enfermera no nos dejó entrar a todos juntos. Entré primero yo con mi mamá, después llamó a Hortensia y Eugenio y por último a Marco y Alex. Luego me mandó llamar a mí y a papá y pidió que nos dejaran solos con ella. Al vernos me sonrió y llamó a mi papá.—Rodrigo… acércate. Tienes mi última voluntad por escrito, pero quiero un último favor, quiero que Amaranta se quede con mi florería, el resto, ya tienes indicaciones de como repartirlo. —Maggy, no diga eso, usted se pondrá bien. —No Rodrigo, no… Sé que voy a partir. Sólo, necesitaba verlos antes de eso. José Carlos, ya me despedí de él. Él me trajo al hospital.—Está afuera abue. Está aquí por ti.—Qué bueno que no me casé con él, lo dejaría viudo otra vez.Papá y yo reímos por sus ocurrencias. Yo traté de contener las lágrimas, pero fue imposible. —Ami, ven, déjame darte la bendición. Eres la niña de mis ojos, no se lo digas a nadie. Tú eres como yo, aguerrida, apasionada, pero más irreverente. Sigue tu camino Amaranta, que tienes mucho que recorrer. Fuiste una luz en mi vida Ami, ahora te toca a ti brillar por tu cuenta. Después de aquellas palabras, tomé su mano y ella acarició con ternura mi mejilla y se marchó. Mamá y mi tía Hortensia entraron cuando me escucharon llamarla llorando. Los médicos entraron, revisaron su pulso, sus pupilas, no había nada que hacer, ella había partido. Continuará…“Los abuelos son un cuento breve que leeremos infinitas veces” Anónimo.Con la colaboración de @patmunozescritora para La Casa De Las Flores-La Floreríawww.lacasadelasflores.comEsta historia es parte de nuestra historia por lo que cualquier parecido con hechos reales y similares están protegidos.Todos los derechos reservados, está prohibida la reproducción total o parcial de esta historia sin autorización de los autores.#lacasadelasflores#novela#queretaro#flores#floreria#floreriaenqueretaro#floresqueretaro#mividaentreflores#lilies#hortencia#margarita#arreglosflorales#rosas#enviodeflores#detalles#amor#drama#felicidad#novela#drama#historiasbonitas#inversion#celaya#sma#proyectoparainvertir#floreriasencelaya#floreriasensanmigueldeallende