CAPÍTULO 23

Mi papá…

Nadie me ha cuestionado nunca sobre mi relación con mi papá. Lo conocí cuando yo tenía apenas unos 4 años, para los que no lo saben, mi papá se extravió en su luna de miel, dejó a mi mamá sola, recién casada y embarazada. Todos lo dieron por muerto, solo encontraron el automóvil en el fondo de un barranco. Cinco años después, gracias a un aviso que mandaba publicar mi abuelo Roberto cada año en un periódico de aquella región, el párroco de un pueblo perdido en las montañas que lo había rescatado lo reconoció y dio aviso.

Nuestro encuentro fue nuevo para los dos, y creo que me enamoré de él desde el primer momento en que nos vimos. No por nada, pero era bastante guapo de joven, aún lo es, dicen que me parezco a él, y creo que hasta que me embaracé de Diego Alexander, fue mi todo, pues mi relación con mi mamá en la adolescencia fueron pleitos constantes. Ella esperaba que yo fuera una niña como ella, que su única ilusión era tener sus flores, una pasión que ella despertó desde muy niña, yo, nací entre flores, pero mi proceso fue distinto, yo ya sabía tanto de flores que tenía otras inquietudes. Mi mamá no fue ni amiguera, ni fiestera, ni noviera, yo si lo fui, todo en mi mente era ir a fiestas, estar con mis amigas y tener novios, siempre tuve novio, terminaba con uno y empezaba otra relación. No sabía estar sola.

Mi papá me consentía un montón de cosas, y aunque me regañó y castigó por haberme pasado de la raya algunas veces (como mis escapadas nocturnas sin permiso y sus terribles consecuencias), siempre terminaba dándome lo que yo quería. Claro que mi embarazo repentino fue un golpe bajo. No se esperaba que yo, su chica lista hubiera cometido aquel error. Su orgullo de padre lo hizo retirarme todo apoyo moral y económico, pero cuando Alex nació, el amor por su nieto le ganó y lo fui recuperando poco a poco.

Mi papá siempre ha sido un gran consejero, sus temas de salud han sido los menos, achaques de la edad, pero después de sus problemas de memoria cuando lo rescataron, no ha tenido mayores complicaciones.

En su tiempo de recuperación, recuerdo que pasaba ratos por las tardes en el patio de la casa cuidando los rosales y quitándole las espinas a las rosas de los arreglos de mamá. Y yo me sentaba en el patio a verlo mientras me contaba historias. Que sus flores favoritas eran las Lilys, como mi mamá. Y me contaba historias que iba recordando con el tiempo.

Cuando tuve mi primer novio, se encerró con él en su despacho y le leyó la cartilla, misma que mi ex se pasó por el arco del triunfo y yo también.

Iba a ser el aniversario de bodas de mis padres, 46 años juntos, menos cinco que papá estuvo perdido, pero al fin, era mucho tiempo juntos, como pareja. Mi papá seguía viendo a mamá con amor y mi mamá, aún con sus ratos de sobriedad y sus malos ratos, y mi papá tempia no llegar a los cincuenta con lo de la pandemia y la muerte de mis abuelos y mi tío Felipe, decidió que mejor lo adelantaban, que no importaba que año de aniversario fuera el deseaba renovar sus votos, aprovechando que todos estábamos sanos y en Querétaro.

—Antes de que empiecen a mudarse de país otra vez, mejor ahorita. Lo hacemos en la finca de Eugenio y por favor Amaranta, quiero que tu te hagas cargo. Habla con tu amigo ese que nos prepare algo bonito, algo conservador, nada de esas locuras que hace luego para tus amigas divorciadas…

—¡Ay papá! Claro que hará algo lindo para ustedes, el cliente lo que pida, yo hablo con Charly y le digo que venga a verte.

—No, no es necesario. Ve esos detalles con tu madre y encárguense de las flores, Hortensia nos hará el favor de ver lo del templo y fíjate que, el padre Ramiro, el sacerdote que me rescató en mi accidente, acaba de mudarse a un templo en la ciudad de México, lo he localizado para que venga a oficiar la misa.

—Vaya papá, pensé que nunca lo habías vuelto a ver.

—No nos hemos vuelto a ver, pero yo he financiado algunos de sus proyectos en la sierra de Guerrero, es un hombre que ha trabajado mucho con la gente del campo, y me salvó la vida. Si no es por él, no sé que hubiera sido de mí, no había podido volver.

—Papá…

Entonces nos dimos un fuerte abrazo. La historia de mi padre era para escribir otro libro, así que emocionado, fui con mi cuñada Simonella a pedirle me diseñara un centro de mesa con muchas Lilys, porque era la flor favorita de papá.

Mi mamá estaba feliz con los “twinkys”, no le improtaba nada más que disfrutarlos, así que me dio carta abierta para organizar su fiesta de aniversario, incluyendo un buen presupuesto. Marco mi hermano me prometió encargarse de la música y las bebidas, mi tía Hortensia junto con Charly, el resto de la organización del evento.

Franco, como siempre, atento a ayudar en lo necesario, seguíamos con nuestra rutina, el en la distribuidora, yo en las florerías y Alex en la suya. Juntos, pero no revueltos. Franco dejó su otro negocio, vendió su parte y se quedó como socio  minoritario, iba un par de veces al mes a revisar las cuentas y cobrar sus comisiones, pues al final, la cartera de clientes era de él, pero tarde o temprano iba terminar vendiendo todo, a menos que alguno de sus hijos se interesara en el negocio.

Yo, por mi parte lo veía contento. Sus hijos venían visitarlo con frecuencia, y teníamos en mente un viaje los cinco, para festejarnos todo lo festejable, cumpleaños, aniversarios y lo que se acumulara en el transcurso de los días.

Llegó el momento de la lista de invitados de la fiesta de mis padres, mamá decía que solo invitáramos a las personas que en este momento eran parte de nuestras vidas, pero papá quería invitar a las mismas personas que fueron a su primera boda.

—No vamos a invitar a las odiosas de tus primas y mucho menos a Roxana, es capaz de llegar con Mariana Nieto.

—Mariana ya murió.

—¿La loca que casi se roba a Amaranta está muerta?

—No nos consta que haya sido ella.

—Pero tu prima y ella era muy amigas.

—Sólo por conveniencia. En fin, el punto es que ellas dos no estarán en la recepción.

—Hay mucha gente que ya no está, me parece que debemos invitar a nuestras amistades actuales.

Entonces Charly, como el hombre creativo que es me miró con picardía y dijo:

—A ver señora Lily, necesito que me describa con detalle, que personas que usted realmente apreciaba no están ya con nosotros, y podemos hacerles un lugar especial, con velas y flores. La señora Margarita, su mamá no puede faltar.

—Y mis abuelos paternos… — dije.

—Exacto, Felipe mi hermano, doña Rebeca, Doña Sandra, la amiga de tu abuela…— dijo mi padre emocionado.

—Listísimo, Amaranta, necesito una foto de cada uno de ellos, un agradecimiento o unas palabras y yo me encargo de hacerles un rincón especial para que los acompañen.

—¿Cómo un altar de muertos? — Dijo mi madre sorprendida.

—Llamémoslo “homenaje”, falta mucho para día de muertos…

Mi amigo Charly estaba loco, pero conociéndolo, sabía que haría algo muy especial. Mi mamá me miraba desconcertada, pero le sonreí.

—Confío en el mamá, no te preocupes, estoy segura que hará algo muy padre. Por cierto, ¿Qué canción bailaron en su boda?

—Una de los platters — dijeron al unísono…— Oooonly youuuuu…— comenzaron a cantar divertidos, mientras los “twinkys” gritaban emocionados al ver a sus abuelos cantar juntos. Yo sentí una gran satisfacción de verlos juntos y felices a pesar de las cosas tan locas que han pasado juntos. Cuando se incendió la florería, tengo tan clara la imagen de mi papá rescatándonos entre las llamas que tapaban la entrada de la casa. Sin duda papá es mi héroe, pues ha sido el mejor de los apoyos en todos los sentidos. Incluso, cuando Alex nació, sé que hizo todo lo legalmente posible para protegernos, aunque yo me enteré muchos años después.

Mamá quería usar su vestido de novia, pero estaba manchado, y luego me dijo que mejor se hacía otro, pues según ella se vería bastante ridícula usando un viejo vestido de novia.

—¿Y si te haces un vestido nuevo con el encaje de tu vestido viejo? Algo con lo que te sientas cómoda y además puedes hacer algo más moderno y combinarlo con otro color, un azul plumbago, que te gusta mucho, no sé má… Vamos con tu amiga Martha, la que siempre andas recomendando a tus clientas para que se hagan sus vestidos.

—Tienes razón, vamos…

Los días iban pasando, entre los preparativos y el trabajo, todos llegábamos exhaustos a casa. Alex y Marina estaban muy contentos ayudando con los arreglos florales, unos días antes de la fiesta. La logística estaba casi al cien, pues no por nada pero Charly y Patrick son los amos de los eventos sociales, en especial de las bodas. Tres días antes de la boda, fui a visitar a mi tía Hortensia, que ya tenía un séquito de personas en la finca del tío Eugenio, (dónde ellos se casaron), arreglando la carpa, y preparando todo lo  necesario para que el día del evento desde muy temprano las floristas pudiéramos terminar de instalar todo. Y en el vestíbulo, había unas mamparas blancas, donde Charly estaba preparando el homenaje a los que ya no están. Las fotografías las mandó ampliar, y las acomodó como si en verdad fuera a ocupar una mesa… Mi abuelita Margarita, mi tío Felipe, mis abuelos Roberto y Lourdes, y otros amigos entrañables de mis padres… Estaba quedando fantástico.

—¿Qué te parece Ami?

—Te estás luciendo como siempre Charly, muchas gracias…

—Este no solo es un evento que me contrataron, es el aniversario de los padres de mi amiga, así que esto debe quedar perfecto.

La foto de mi abuela, recuerdo muy bien ese instante, es una foto que le tomó mi tía Hortensia en Valencia, el día que llegamos a la finca de los naranjales y nos pusimos a decorar unos centros de mesa. Mi abuela estaba sonriente con unas flores silvestres en la mano y el viento le alborotaba un poco su cabello, que, aunque lo llevaba corto, le deba un efecto de libertad al retrato, y su mirada sin duda llena de gratitud y paz.

—Esa no es la foto que te di. — Dije sonriendo.

—No, me la robé.

Dejé delegado todo lo posiblemente delegable y me marché a casa de mis papás a ver que todo estuviera bien. Mi papá había ido al aeropuerto a recoger al padre Ramiro y su acompañante, y les daría hospedaje en la casa. Mi tío Sebastián tenía varios días yendo y viniendo a la finca, llevando cosas y trayendo otras. Mi cuñada Simonella realmente se había esmerado con el diseño de las flores, su creatividad era admirable y me llenaba de orgullo que a pesar de su “mal carácter”, podíamos hacer juntas un gran equipo. El patio de la casa de mis padres, estaba lleno de las rosas de sus rosales y todos los centro de mesa con lilys que mi papá pidió por mi madre.

A la mañana siguiente, desde temprano comenzamos a prepararnos, la estilista, la maquillista, el fotógrafo, el chofer, el automóvil (el viejo Ford Fairmont blanco que fue de mi abuela y Sebastián lo conservaba impecable), la capilla de la finca, todo estaba casi listo. A las 13 horas se celebraría la ceremonia, Charly y Patrick se veían nerviosos pero al parecer todo estaba bajo control.

Marco y Simonella llegaron con los twinkys y un par de nanas que los apoyarían durante el evento. Y llegó el automóvil viejo, con su gran adorno de flores al frente, manejado por Sebastián, y en la parte trasera, mi mamá, con el vestido que mandó hacer para su renovación de votos. Papá la esperaba en la puerta de la capilla, con su traje blanco y una corbata azul hacía juego con el vestido de mamá. Caminaron juntos al altar, lloramos con las palabras que se dijeron, Marco y yo no teníamos idea del gran amor que hay entre ellos y al final, nos pasaron al frente para incluirnos en la ceremonia.

Vi a lo lejos a Franco, junto a sus hijos, sonriendo, sabía lo que estaba pensando, no teníamos ni cinco años de novios, pero él ya estaba imaginando nuestra fiesta de aniversario, porque somos un par de románticos que nos encantan estas cosas… Porque sé que la vida puso a Franco en mi camino porque en el fondo es como mi padre, un hombre amoroso y responsable.

La recepción fue muy alegre, tratamos de imitar lo más bonito de su primera boda, la canción de Los Platters por ejemplo y decidimos no enviarlos a ningún lugar lejano de luna de miel, a cambio los mandamos a San Miguel de Allende, a una hermosa suite y con chofer incluido.

Sé que mi vida entre flores puede parecer aburrida, pero entre mi trabajo, mis amigos y mi familia, no me da tiempo para eso. Después de este evento, por fin pudimos planear un viaje con mis hijos y mi marido, pues la vida me ha llenado de colores, como el sol al campo de flores.

“Una vida sin sueños, es como un jardín sin flores” Anónimo

Con la colaboración de @patmunozescritora para La Casa De Las Flores-La Florería

www.lacasadelasflores.com

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