CAPÍTULO 9
HORTENSIA Mi vida como la de mi madre Doña Margarita y mi hermana Lily, son un maratón de acontecimientos, que tal parece que es una competencia. Lily mi hermana, cuando se enteró que Rodrigo estaba comprometido con una señorita Nieto de la alta sociedad guanajuatense, se le vino el mundo abajo. Cuando me enteré, quería matar a Rodrigo y dárselo de comer al ganado, pero Rodrigo, es un tipazo, fue y terminó con aquel lío del compromiso que había sido cosa de sus padres, y luego fue y le pidió matrimonio a Lily.Pero las cosas fueron una tragedia tras otra. Lily “enviudó”, quedó embarazada, y Amaranta se volvió mi todo. Yo no tenía hijos y no tenía ganas de tenerlos, a Ami solo la tenía en ratitos y era consentirla. Eugenio estaba vuelto loco, lo platicamos y decidimos empezar a buscar hijos, pero nunca llegaron, solo embarazos que no llegaron a un feliz término. Visitamos especialistas, intentamos todo lo que los avances médicos proponían, pero nada, no llegó. Cuando Rodrigo volvió, después del accidente en su luna de miel, nos volvimos muy cercanos, el y Eugenio tenían un buen compadrazgo y eran buenos amigos. Lily y yo, pues éramos hermanas inseparables, a pesar de que teníamos muchas diferencias, pero en temas de trabajo, nos conocíamos a la perfección, y cuando requería de mi ayuda, me iba a Querétaro varios días.Amaranta me tenía mucha confianza, y me contaba todo de su vida, a veces me sentía mal por Lily, pues era su hija, pero Ami no le tenía nada de confianza. Y bueno, es que mi sobrina era bastante rebelde, siempre se metía en líos, y luego, ni como ayudarla. Anduvo años con el tal Rafa y al mismo tiempo andaba con Iván, mi sobrino. Eugenio y yo queríamos a Iván como nuestro hijo, viajó mucho con nosotros cuando era pequeño y nosotros íbamos de vacaciones a España, pero cuando me enteré de que Amaranta y él tuvieron sus amoríos, no lo podía creer. Me vieron la cara de tonta en mi propia casa, y yo que pensaba que Iván la veía como una hermana.Mi vida seguía estando entre flores, nunca pude ni quise cambiar de giro. Trabajé siempre con doña Rebeca, pero desde mi casa e iba un par de días a la semana para ayudarla o ponernos al día. Cuando Doña Rebeca murió, yo me quedé con su florería, pero resultó que su casa tenía dueño y al final tuve cerrar. Pues resultó que Doña Rebeca, si tuvo un marido que la abandonó, sí, esa clásica historia del hombre que va por cigarros y no vuelve nunca más. El hombre, un tal Ramiro Leyva, le dejó la casa y se marchó a hacer su vida a otro lado. Muchos años después volvió solo para pedirle el divorcio y Doña Rebeca se negó, a menos que le dejara la casa. Y así fue. Pero al morir, ella no tenía familia directa y le dejó la casa a su excuñada, Zoila Leyva, una mujer arrogante que solo quería apropiarse de la propiedad para venderla.Me quedé con el local del mercado, pero terminé traspasándolo, pues el destino, nos llevó de regreso a Querétaro. Mamá había muerto, Lily ya tenía a Marco, mi otro sobrino consentido, y Amaranta, ya tenía a Diego Alexander, mi otro corazón. No fui madre, pero de algo estoy segura, he sido la mejor tía del mundo. Amaranta se casó con un muchacho muy emprendedor que la apoyó en todas sus locuras, así que cuando yo volví a la ciudad, ya tenía tres florerías. Lily, seguía con la misma florería de siempre y decía que no tenía tiempo para más. No tenía necesidad mas que de mantenerse ocupada, al igual que yo. Tuvimos la fortuna de tener maridos con buenos ingresos, pero no nos gustaba quedarnos sin hacer nada. Así que, me dediqué trabajar con ambas, donde me necesitaran.Las cosas con Eugenio estaban extrañas, el tenía un tiempo muy uraño, digamos que parecía que estuviera ocultándome algo o tenía algún problema que no me quería compartir. Pero todo cae por su propio peso y la verdad salió a la luz. —Lola dice que su hijo es mío. —¿Me fuiste infiel con Lola?—Te juro que no me acuerdo, ella dice que en la última fiesta de navidad que estuvo trabajando con nosotros, hace poco más de veinte años.—¿Y te lo viene a contar ahora?—No se qué decirte Horte, estoy que ni yo me lo creo…—Ese niño no es tuyo, pero ya eres un hombre mayor y sabes que es lo que tienes que hacer…Me di la vuelta, tomé las llaves de mi auto y me fui, manejé sin rumbo, sin saber a donde ir. Cuando reaccioné, estaba en el panteón. Me estacioné y corrí a la tumba de mi madre. Fue una sorpresa encontrarla llena de flores, muy limpia y arreglada. No tenía idea quién se tomaba esa molestia, pero yo no era de las que acostumbraban a ir al panteón. Me senté y me puse a llorar. “Mamá, como me haces falta mamá… “Hablé con ella, le conté todo lo que me pasaba, todo ese asunto con el supuesto hijo de Eugenio, que no me cuadraba nada. Yo tenía muchos años de matrimonio, habíamos tenido nuestros altibajos, Lola no fue la única vieja resbalosa que anduvo rondando a Eugenio, pero yo confiaba en él, lo vi poner distancia aún estando yo fuera de su vista. Cuando volvimos a Querétaro, el andaba muy raro. Él ya estaba prácticamente retirado, solo iba a la oficina a revisar contratos y a juntas importantes, pero dejó a Carlos su socio a cargo y a su hija Marisa, que estudió ingeniería en alimentos también.Lola dejó la empresa hace muchos años, según ella se marchó por temas de trabajo y había quedado embarazada de Eugenio. Pero para mí, que había gato encerrado, algo no me cuadraba. El niño había nacido en julio y la supuesta infidelidad de Eugenio fue en diciembre. ¿Sietemesino? Le di el derecho de la duda. Eugenio no se acuerda de haber tenido una aventura o lo estaba negando para no herirme más, así estaban educados los hombres, a negar todo, porque eran caballeros y “un caballero no tiene memoria”, ¡pero qué demonios! Había un hijo de por medio, qué más daba la maldita memoria. Y por último, ella no quería que se hicieran el examen de ADN.—Tienes que pedir la prueba de ADN. — Le dijo mi cuñado Rodrigo — Sobre todo porque han pasado muchos años, y si ella quiere demandarte solicitando un reembolso por tu ausencia, necesitas estar seguro de que es tu hijo. Durante muchos años sentí tanta admiración por Eugenio, que, con esta noticia, solo sentía rabia, ganas de asesinarlo, de correrlo de casa, de mi vida. Casi cuarenta años de casados y venir a enterarme que tenía un hijo de veinte. Para matarse. Por un lado, el saber que tenía el hijo que yo no pude darle, por otro, el coraje de las circunstancias y su engaño. Y la maldita Lola.“Nunca te dejaré en paz, haré que sufras con Eugenio un infierno”, me dijo un día. Pero no había pasado de las escenas clásicas de la oficina, donde ella se daba ínfulas de grandeza. Al salir del panteón, me topé con José Carlos, el antiguo novio de mi abuela. Lo miré aún con los ojos llorosos. —¿Qué te pasa Hortensia? ¿Está todo bien? — Y de nuevo rompí en llanto. José Carlos nos trataba como si fuéramos sus hijas, desde que murió mamá, nos llamaba, nos invitaba a cenar, nos visitaba, como si fuera el padre que nunca tuvimos. —No José, nada está bien. No sé qué va a pasar con mi matrimonio…José Carlos dejó las flores sobre la tumba y me abrazó, era lo más cercano a un padre y yo me desahogué con él. Me escuchó con paciencia, me dio un pañuelo para limpiar mis lágrimas y luego me dijo:—Hortensia, tienes dos opciones. Dejar a Eugenio o luchar por él. Sólo tú sabes que es lo correcto y cuales son las consecuencias. Si de algo estoy seguro, es de que Eugenio te ama y fue un desliz que le puede pasar a cualquiera. Pero si tú no puedes soportar la situación, sepárense. Date tiempo para pensar las cosas, meditar si vale la pena o no que sigan adelante. —Pero es que Lola se ha encargado de hacerme la vida imposible. —Pero Eugenio se casó contigo, y ha estado contigo por años, han compartido muchas cosas juntos, Lola es la tercera en discordia, y si ese muchacho es en verdad hijo de Eugenio, déjalos que se conozcan. Si solo lo buscan por interés, tarde o temprano, la verdad saldrá a la luz. Ahora… piensa en Diego Alexander. ¿Cuántas veces no le decía a tu hermana Lily y a tu madre que quería conocer a su papá? Que no le importaba que no se vieran, pero él necesitaba conocerlo. Y todas muertas de miedo porque se quisiera ir a vivir con él, y al final Diego Alexander sació su sed de identidad, de saber de donde venía y se quedó con su madre. Todo se acomoda, como debe ser. Dime una cosa ¿Crees en Dios?—A veces…— dije.—Dios nunca te ha abandonado. Eres una mujer muy afortunada, y con este problema, no será la excepción. Tómate unos días de reflexión, vente al rancho unos días, si quieres. Ya sabes que ahí puedes salir a pasear, montar a caballo, cocinar, hacer arreglos florales, que antes era tu madre quien me dejaba toda la casa llena de flores, y ahora, yo tengo que venir a traerle sus margaritas. —Gracias José. Gracias por seguir siendo parte de esta familia. —Pude haber sido tu padre, pero tu abuela nunca se quiso casar conmigo. Pero yo fui muy feliz a su lado. Tu problema con Eugenio se puede solucionar, él no te va a abandonar ni por ese muchacho y mucho menos por Lola. Dale el beneficio de la duda, y déjalo componer las cosas. Y si quieres venir al rancho, sólo avísame y vengo por ti. Tu madre y tu padre ya no están, pero yo sí.Aquella tarde, después de tanto llorar y la charla con José Carlos, me fui a casa de mamá. Llamé a Lily y le conté todo. Le tomé la palabra a José Carlos, y me marché a su rancho de Bernal unos días. Le pedí a Eugenio que resolviera su problema, y que fuera por mi cuando tuviera las cosas claras. En el rancho, como me dijo José Carlos, había muchas cosas que hacer. Entre ellas, enseñé a las muchachas que trabajaban ahí a cuidar las macetas del patio y a hacer centros de mesa, con las flores silvestres que se daban ahí. Se daban hasta girasoles. Tenía unos jardines silvestres preciosos. Por las tardes, me sentaba con ellas a bordar, a platicar y a contemplar el atardecer. Todas ellas eran mujeres de campo, de origen indígena de la sierra, pero con un gran corazón y una sabiduría ancestral maravillosa. Cuquita, la más grande de todas, era la encargada de la cocina y el orden, como una ama de llaves de aquella hermosa finca me dijo:—El tiempo lo cura todo, no por el tiempo como tal, sino porque es natural que las heridas sanen. Algunas tardan más que otras, pero todas terminan por sanar. Si quieres sanar rápido, debes cuidar la herida, que no se infecte, que no se haga grande, que no vuelva a sangrar. Si no la vigilas, tardará mucho tiempo en sanar. ¿Quién es tu herida Hortensia? ¿Dónde está? ¿La estás curando o te has desentendido?Al escuchar sus palabras, tardé en comprender lo que significaba, mi herida era Eugenio, su traición me había dolido tanto que hui, pero comprendí las palabras de Cuquita. Aquella noche, llamé a Eugenio. Le dije que estaba lista, que volvería a casa para hablar y buscar juntos una solución. Ese mismo día, Eugenio fue por mí al rancho. Lily y Amaranta me llamaban todos los días, pero yo no preguntaba por mi marido, que estaba segura de que ellas lo veían con frecuencia. Él y Rodrigo eran inseparables, y ya tenían en su clan a Sebastián mi hermano y Franco, el marido de Amaranta.José Carlos nos dejó su despacho para que habláramos, sé que le guiñó un ojo a Eugenio cuando se marchó. Yo sabía que Eugenio y José Carlos hablaban por teléfono todos los días, de mí. Me di cuenta un día que descolgué el teléfono para llamar a Amaranta. José Carlos le decía que me diera tiempo de pensar y que aprovechara el tiempo para resolver su asunto. —Ya nos hicimos la prueba de ADN. Los resultados llegarán en unos días. Y, si te sirve de consuelo, todo ha sido a través de los abogados. No quiero tener que hablar de nada con Lola y en caso de que todo resulte como ella dice que es, también será un asunto legal desgastante, pero ayuda mucho, que Adalberto es mayor de edad. A mi no me cuadran las fechas, estoy confundido, es verdad cuando te digo que no me acuerdo de nada, o Lola me drogó, o estaba borracho, tienes que creerme Hortensia. Sí el par de discusiones que tuvimos por ella, me dejaban con un amargo sabor de boca, no quiero ni saber como me hubiera sentido si realmente hubiera tenido una aventura con ella, pero no recuerdo nada. Te lo juro por mi vida y la tuya.Sus palabras eran convincentes, y yo siempre he amado a Eugenio, pero nunca creí que perdonarlo me fuera a costar tanto trabajo. Accedí a volver con él. Nos marchamos a casa, y los siguientes días estuvieron tranquilos. Por fin, llegaron los resultados del ADN, y eran positivos. Eugenio viajó a León Guanajuato, donde vivía Adalberto, pues estaba terminando sus estudios de diseño industrial en aquella ciudad. Yo no quise conocerlo. Le dije a Eugenio que el planeara como quisiera su convivencia con él, pero yo no estaba lista para conocerlo todavía. Lola trató de sacar dinero y Eugenio negoció pagar sus estudios universitarios como compensación, que era lo equivalente a la manutención de Adalberto durante sus primeros dieciocho años de vida.Un par de años después, Eugenio y yo ya teníamos una relación armoniosa otra vez, él veía a su hijo cada mes o mes y medio, cuando se graduó de la universidad, fue a hacer acto de presencia en el acto académico, y me pidió que lo acompañara. Sabía que ese día Lola estaría presente, y no quería ir solo, así que convencí a Rodrigo y a Lily que nos acompañaran, yo tampoco estaba lista para enfrentar a la vieja bruja. En el acto académico fue muy emotivo, a Adalberto le dieron mención honorífica por sus desempeño y le dieron un reconocimiento por haber mantenido su beca del 100% con un excelente promedio. A Eugenio se le descompuso la cara, y Lola no sabía dónde meter la cabeza. Nos mantuvimos al margen, pero era evidente que Eugenio se sentía “timado”, pues él nunca supo que su hijo tenía beca. Él le pagó más de un millón de pesos a Lola para los estudios universitarios y para su manutención.Eugenio no estaba molesto por haber pagado, al final era su hijo y tenía los recursos para pagar por sus gastos, pero sin duda, Lola, le mintió, como quien dice, se cobró a lo chino y con mentiras. Al finalizar la ceremonia, Rodrigo nos invitó a comer para festejar, pero Lola ya había preparado una recepción en un salón de eventos de un restaurante italiano. El ambiente era tenso, se podía palpar en el aire, solo estábamos nosotros, la novia de Adalberto, una chica llamada Gabriela, Lola, y un matrimonio que al parecer eran los padrinos del graduado.Adalberto, era un buen chico, tenía la sonrisa de Eugenio, no podía negar la cruz de su parroquia y por un lado, me daba gusto que se llevaran bien. Pero aquella tarde, todo iba a cambiar, Eugenio estaba muy molesto. Al terminar la comida, Eugenio invitó a Adal a Querétaro, para que conociera al resto de la familia. A Lola se le descompuso la cara, pues sabía que Eugenio estaba muy enojado, y como había sido su empleada por varios años, ella sabía que cuando mi marido se enojaba, ardía Troya. Eugenio me hizo saber esa noche que hablaría con Adalberto sobre el tema de su beca, pues el hubiera preferido darle ese dinero para que iniciara algún proyecto o algo, pero Lola seguía siendo una arpía ventajosa. “Es fácil amar a alguien cuando todo es perfecto. Mantener ese amor durante los momentos imperfectos es lo que lo hace un amor incondicional”. Karen BerghCon la colaboración de @patmunozescritora para La Casa De Las Flores-La Floreríawww.lacasadelasflores.comEsta historia es parte de nuestra historia por lo que cualquier parecido con hechos reales y similares están protegidos.Todos los derechos reservados, está prohibida la reproducción total o parcial de esta historia sin autorización de los autores.#lacasadelasflores#novela#queretaro#flores#floreria#floreriaenqueretaro#floresqueretaro#mividaentreflores#lilies#hortencia#margarita#arreglosflorales#rosas#enviodeflores#detalles#amor#drama#felicidad#novela#drama#historiasbonitas#inversion#proyectoparainvertirHaz clic para etiquetar productos388Personas alcanzadas9Interacciones–Puntuación de distribuciónPromocionar publicación
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