CAPÍTULO 13

SEBASTIÁN

Después de muchos años siendo algo solitario, mi vida dio un vuelco al casarme con María Gisela, su hijo Adrián, era un niño de 11 años, pero con una parálisis parcial, aunque puede caminar y hacer muchas cosas, su edad mental es la de un niño pequeño y travieso, muy sonriente y pispireto, eso sí, no habla casi nada, pero escucha todo perfecto y se comunica con dificultad, pero su abuela y su madre le entienden todo.A mi me llama por mi nombre, me dice algo así como “Bash”. María Gisela me contó que desde que nació, los pronósticos siempre fueron fatalistas… “Me dijeron que no iba a sobrevivir, porque tenía dificultades en los pulmones, y sobrevivió, luego me dijeron que no crecería como un niño normal y velo, me dijeron que no podría caminar, y camina… Adrián ha sido un milagro constante…”En Querétaro, conseguimos inscribirlo en un instituto de educación especial, iba unas horas por la mañana y por la tarde, María pasaba la tarde con él. Mi suegra Doña Lupita, decía que el cambio le había caído muy bien. Nosotros ya no teníamos edad para tener hijos, y estábamos resignados a quedarnos así. Cada semana, paso con Amy por un ramo de flores, casi siempre rosas, pero de repente le compro flores de otro estilo, y María, como toda mi familia política ha comenzado a comprender nuestra extraña relación con las flores y lo mejor de todo, es que a Adrián le encanta ir conmigo y ayudar, no hace gran cosa, pero su motricidad fina ha mejorado ayudando, haciendo algunos trabajos manuales. Diego Alexander le ha enseñado a hacer moños, tejidos con los listones y varias cosas, los vínculos han ido creciendo poco a poco. Mi trabajo, pues va bien, Querétaro sigue creciendo a lo bestia, y mi casa de materiales ha crecido mucho, al grado que he tenido que buscar alianzas con algunos proveedores para poder dar un buen servicio y me estaba volviendo loco, me faltaba personal con capacidad para atender y además me metí en la bronca de invertir en terrenos para construir casas y venderlas. Así pasa cuando eres profesionista independiente. “No digas que no a un buen negocio”, palabras de don Jos, y ahí estaba yo, saturado de trabajo, embobado con mi hijo adoptivo, y enamorado hasta los cachetes de María Gisela. —Marigis, dime Marigis… — Me decía mi mujer con frecuencia, todos la llamaban así, por eso a mi me gusta llamarla por su nombre completo “María Gisela”, no importa que sea más largo, me encanta su nombre y toda ella. Mi vida social cambió mucho, no es que tuviera muchos amigos, pero digamos que yo nunca fui tan extrovertido, en la preparatoria era sumamente tímido, odiaba hablar en público y sobre todo odiaba ser popular o el centro de atención, en casa ya me mimaban demasiado y a veces era asfixiante. Me ayudó mucho ser el repartidor de la florería en mi infancia, porque pude hacer algunos amigos, en mi infancia Luis Emilio, Daniel y Edgar. Claro, que la vida los llevó a vivir a otros lugares del país y entonces en la secundaria conocí a Poncho, fuimos inseparables hasta la preparatoria, pero fue un chico precoz y tuvo que hacerse responsable de Ponchito, su hijo, que llegó a sus vidas cuando él apenas tenía 17 años, tuvo que comenzar a trabajar y por supuesto, siendo de familia costumbrista y religiosa, tuvo que casarse con Samantha, su novia y ahora su exesposa. No funcionó. Mi amigo Poncho ha pasado por todo tipo de trabajos, vendía paletas heladas afuera de la escuela, justo a la hora de la salida, luego trabajó en una empresa de telemarketing y llegó a supervisor, pero los sueldos eran terribles. Después de mucho tiempo, por fin pudo retomar sus estudios e hizo una carrera en administración de empresas en modalidad ejecutiva, y así fue como pudo aspirar a un mejor puesto de trabajo, pero cuando comenzó a crecer mi negocio lo busqué para que se viniera a trabajar conmigo, el hacía trabajo de relaciones públicas y ventas, algo que para mi era sumamente agobiante, pues no se me daba eso de vender, pero entregar a tiempo un pedido me salía de maravilla, empecé a entregar flores a los 9 años, ahora también entregaba costales de cemento, mortero, camiones de arena y grava y un montón de cosas que se necesitan en la construcción: mazos, alambre, clavos, varilla, carretillas ¡hasta hilo!María Gisela me seguía llevando la contabilidad y me consiguió una asistente administrativa, -Teresita, no Teresa ni María Teresa, “Teresita”. Me causaba gracia su nombre, es como si yo fuera “Sebastiancito”. Así que la casa de materiales camina mejor que nunca pues a pesar de que se nos atravesó una pandemia, nos pudimos recuperar rápidamente. Una noche, se activó la alarma de la bodega, estaba fuera de la ciudad, pero muy cerca de Carretas, la colonia donde vivíamos. Cuando llegué a la bodega, la policía, Rodrigo, Eugenio y Poncho, ya estaban ahí. Si algo tiene mi familia, es que el apoyo siempre está presente.Al principio pensé que había sido una falsa alarma, sin embargo, la policía si encontró un vidrio roto y una chapa forzada.—Señor Álvarez, será mejor que busque más protección, en esta colonia hemos tenido varios reportes de asaltos en los negocios, sobre todo en estas fechas, se acercan las fiestas decembrinas y el tráfico que se hace para ir a la feria de Querétaro le ha dado oportunidad a los amantes de lo ajeno a asaltar todos los negocios. —Pero ¿qué más puedo hacer? —Compre un par de perros y ponga cámaras de seguridad. Aquella noche, todos volvieron a casa sin ninguna novedad, al día siguiente, cuando al abrí el negocio, encontré la caja registradora abierta y vacía. Se habían robado apenas unos diez mil pesos, no encontraron mi caja de seguridad, pero estaba preocupado al ver desordenado todos mis papeles y los archiveros. Aquel día mi ánimo estaba por los suelos, nunca había sentido esa impotencia y vulnerabilidad, me sentí inútil y pequeño, yo no tenía enemigos ¿por qué alguien deseaba hacerme daño? Al principio pensé que era solo dinero, pero no, algo más buscaban, y no tenía idea de qué, lo más valioso que podrían encontrar es la mercancía, todo el tema de mis cuentas bancarias y demás lo manejaba mi esposa desde su oficina. Pasaron los días, y parecía que todo volvía a la normalidad, se acercaba navidad y para mí siempre fue una etapa estresante, pues se nos cargaba el trabajo, algunas constructoras compraban insumos antes de acabar el año, para amarrar los precios, pues enero de cada año, todo subía. Me mandaron llamar al corporativo de Grupo Vega, una pequeña constructora que había crecido poco a poco, tenían ya varias privadas con casas de nivel medio por toda la ciudad me comentaron que deseaban que les surtiera de forma semanal el material, pues en febrero debían entregar 35 casas, y además estamos buscando un regalo de bienvenida para los propietarios. Estábamos pensando en un ramo de flores y una botella de champagne, ¿usted conoce a alguien que nos pueda hacer los ramos de flores?Sonreí como tonto, mis hermanas y Amaranta podían hacer ese trabajo sin ningún problema, 35 arreglos florales y 35 botellas de algún vino espumoso. —Ingeniero Vega, mis hermanas y mi sobrina tienen florerías, si gustas les digo que te llamen. —Dame un minuto, de una vez llamo a Violeta para que se lleve la información.Rocío Vega, era la hija del ingeniero, una mujer muy guapa con una larga cabellera rizada y rubia, con un trato serio pero agradable y no pasaba de los cuarenta años. Su padre la puso al tanto y se llevó los datos de La casa de las flores con ella. —Diles que llamas de mi parte.—¿Acaso le pagan alguna comisión?—Al contrario, es para que le den un mejor trato ya que también son mis clientes. La mujer sonrió y se marchó sin decir nada más entonces yo me levanté cerrando el pedido de de material con el ingeniero. —Le diré a Poncho que se contacte con usted ingeniero para los últimos detalles.—Prefiero seguir tratando con usted.—¿Por qué?—No me lo tome a mal, pero Poncho ha tratado de vender mercancía por su cuenta a los muchachos para que ellos también la vendan por debajo del agua. —¿En serio? No puedo creerlo, Poncho es de toda mi confianza. —Pues a mi no me consta, pero Israel mi supervisor me lo contó. Yo quiero seguir trabajando con usted porque nos dan muy buen servicio y precio, nunca nos han quedado mal.—Entiendo ingeniero, gracias por la advertencia, entonces yo mismo vendré a verlo.En el camino de vuelta a la oficina, le llamé a Rodrigo mi cuñado para comentarle lo que estaba pasando. Poncho era mi amigo de muchos años, no me esperaba este golpe bajo.—¿Crees que necesite dinero? Tal vez él es quien trató de robar, ¿por qué no hablas con él? Si algo odiaba, era tener que enfrentar a un empleado, ya había tenido algún tema de demandas, no faltaba el tipo abusivo que esperaba las perlas de la virgen tras una demanda en conciliación y arbitraje, y Rodrigo ya me había pasado un despacho que me llevara esos casos, ellos se encargaban de negociar y cerrar los tratos, no habían sido muchos, pero con dos o tres empleados enojados con la vida buscando culpar a los jefes de sus males y por supuesto asesorados por sus compadres suertudos que seguramente habían vivido algún caso similar. Al llegar a la casa de materiales, pregunté por Poncho. Éste estaba en el almacén despachando algunos materiales y se acercó a decirme que nos habían invitado a una comida navideña de Rioma, una constructora. —Vamos, va a haber mucho constructor, podemos hacernos de buenas relaciones…—¿Tú crees? Ya sabes que no soy muy sociable… Por cierto Poncho, quiero hablar contigo.—Dime…—¿Estás contento trabajando conmigo?—Claro Sebas, es el mejor trabajo que he tenido en toda mi vida. —Sabes que eres de toda mi confianza, y nada me da mas gusto que estés contento. ¿Tu sueldo te parece justo? ¿Necesitas algo? ¿Cómo van las cosas con tu hijo y tu ex esposa?En ese momento, su cara cambió, su mirada se volvió fría y distante. Estaba evadiendo las respuestas y me imaginé que algo no estaba bien. —A Ponchito lo expulsaron de la escuela. Pusieron una bomba molotov en los WC de los baños y los acusaron a él y a dos de sus amigos. No sé que hacer con él. —No sé que decirte. ¿Qué va a pasar?—Pues, afortunadamente no hubo heridos, pero los daños materiales no vienen incluidos en el coste de la colegiatura. Los otros padres de familia tienen dinero para ello, pero yo no, quieren una indemnización de ciento cincuenta mil pesos para reparar los daños.—¿Cuándo ocurrió eso?—La semana pasada. Nos están pidiendo que reparemos el daño a cambio de no denunciar los acontecimientos ante la policía. Y yo… no sé que hacer. No tengo ese dinero y mi hijo es un inconsciente. No sé qué hacer. Tengo hasta el próximo viernes para pagar.—Bueno, pues no sé que decirte. No tengo tanto dinero para prestarte, pero, si de algo sirve, podemos darles material para la reparación. Es la manera en la que te puedo ayudar. Agachó la cabeza, me dio las gracias y se marchó. Mis sospechas eran grandes, ahora que sabía que necesitaba dinero, mi idea de que el hubiese intentado robar la oficina se solidificaba. A los pocos días me llamaron del Colegio Teresa de Mier, para pedirme la cotización de la remodelación y el material, pues Poncho les había dicho que era la manera en que podía compensar el daño y me darían cincuenta mil pesos de anticipo y cincuenta mil pesos al finalizar, la aportación de los otros dos padres de familia. Me molesté, mucho. Los padres pagaban por los actos de sus hijos y estos seguían por ahí como si no hubiera pasado nada. Una lección de vida debían de tener. Mandé a llamar a Poncho, necesitaba aclarar algunas cosas con él.—Me llamaron del colegio. Pero antes de proceder, quiero que seas sincero conmigo y me cuentes toda la verdad. Eres mi amigo y sé que puedo darte una segunda oportunidad si eres sincero conmigo. —¿De qué hablas?—Me llegó un rumor de ti en Grupo Vega y mis sospechas del intento de robo también tienen que ver contigo. —Del grupo Vega, si fui yo. Pensé en vender algo de material por fuera para ganar un dinero extra. —¿Por qué no hablaste conmigo antes? ¿No me tienes confianza?—Porque mi hijo es una vergüenza, imagínate como me siento teniendo que contarte que Ponchito salió peor que su padre y estoy en un punto en que no sé que hacer para educarlo. Se me acaban los recursos y su mamá, pues no hace nada mas que culparme de todas sus desgracias. —Poncho, no tendría yo porqué pagar por tus errores, sin embargo, ya estoy más que embarrado en todo esto. Los cien mil pesos que me dará la escuela se ocuparán para la restauración de los baños, y el resto, lo pagará tu hijo trabajando aquí, bajo la supervisión de Méndez, para que no se sienta protegido por ti. En cuanto al tema de Grupo Vega, yo tendré que hacerme cargo, pues ellos están molestos contigo. —¿Quieres que vaya a disculparme con el ingeniero Vega?—Yo me encargo. Cuando le conté lo sucedido a María Gisela, lo primero que me dijo fue que lo corriera, pero yo le dije que le daría una segunda oportunidad mientras mientras me pagaban los cincuenta mil pesos, ella solo meneó la cabeza y no comentó nada más. Mientras tanto, Rocío Vega, estaba en la casa de las flores con Amy, donde habían acordado hacer un arreglo de flores con los cofres vintage o canastas más una botella de vino espumoso de la región. Por supuesto que Rocío y Amy se entendieron a la perfección eran de la edad y las dos arquitectas. Cuando llegué a la florería y vi a Rocío ahí, me dio gusto que las cosas se hubieran dado bien. Entonces llamé a Lily y Hortensia. Pues ya faltaba una semana para navidad y no nos habíamos puesto de acuerdo de nada. Aún recuerdo la primera navidad de Rodrigo cuando volvió, se sintió el Santa Claus todo poderoso y quería comprarle una casa de muñecas a Amy que no cabía en ningún lado. Claro que esa navidad fue una locura, pues hubo mucho trabajo en la florería y fue la primera vez que se nos ocurrió que todos (incluyendo a Doña Sandra y los padres de Rodrigo) pasar la navidad juntos, por Amy y mi cuñado, pues sabíamos que sería especial. La familia había crecido tanto, Diego Alexander estaba en la universidad, Marco estaba esperando un bebé y a punto de casarse, Eugenio tenía un hijo, Felipe había muerto, mi madre y los suegros de Lily tampoco estaban, en fin, la vida cambiaba, pero seguía, ahora Adrián, María Gisela y mi suegra, se unían a la celebración y Don Jos, siempre pasaba a darnos el abrazo antes de irse con su familia a celebrar. Sabía que las cosas mejorarían, la pandemia nos había dejado algunos estragos, pero la vida volvía a su normalidad poco a poco. Al final, se llegó la locura navideña, todo se llenó de nochebuenas, luces y arbolitos por todos lados, tuvimos muchos pedidos de flores, había quienes todavía no se atrevían a salir, así que el servicio a domicilio se volvió una locura. Y lo mejor, Adrián ya era una pieza importante, su labor haciendo moños y tejiendo, mi corazón se hacía enorme al verlo tan entregado a su pequeña labor.Aquel 24 de diciembre, cenamos en mi casa, era la primera vez que nos dábamos esa oportunidad, María Gisela y yo estábamos muy contentos por eso, cenamos el tradicional bacalao que preparaba Hortensia con la receta de Doña Sandra, el pavo que horneaba de mala gana Lily, pero que siempre le quedaba espectacular, los regalos, el intercambio, los chistes, la sobremesa y de pronto Amy, alocada como siempre discurrió: ¿Y si pasamos el año nuevo en la playa?“Bendita sea la fecha que une a todo el mundo en una conspiración de amor” Hamilton Wright Mabi Te invitamos a darnos Like en Nuestra pagina de FB e IG, para poder seguir leyendo nuestra apasionante historia, agradecemos tu apoyo para seguir creciendo y formando nuestra increíble comunidad.Da click aquí: https://www.facebook.com/LaCasaDeLasFlores.LaFloreria/Si quieres conocer nuestro catalogo floral: www.lacasadelasflores.comCon la colaboración de @patmunozescritora para La Casa De Las Flores-La FloreríaEsta historia es parte de nuestra historia por lo que cualquier parecido con hechos reales y similares están protegidos.Todos los derechos reservados, está prohibida la reproducción total o parcial de esta historia sin autorización de los autores.#lacasadelasflores#novela#queretaro#flores#floreria#floreriaenqueretaro#floresqueretaro#mividaentreflores#lilies#hortencia#margarita#arreglosflorales#rosas#enviodeflores#detalles#amor#drama#felicidad#novela#drama#historiasbonitas